TEXTO FRANCO GIORDA
Se estrenó en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI) El infierno de los vivos, película dirigida por el santafecino Alberto Gieco y protagonizada por la paranaense Cielo Eberhardt. La proyección fue el domingo 21 de abril en el Cinépolis ubicado en la plaza Houssay, reconocido espacio público que se encuentra en la zona de Facultades de la UBA y frente al Hospital de Clínicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Para que el elenco y el equipo técnico, más algunos invitados, puedan ver en sala el trabajo del que fueron parte, desde la producción de esta obra cinematográfica se organizó un viaje en colectivo que salió desde Santa Fe. En destino también se sumó más gente vinculada a la película. En total, se reunieron alrededor de 60 personas relacionadas, de uno u otro modo, al film. De esta manera, se generó un clima de celebración entre quienes laboraron en la película y el público en general que asistió a la proyección.
Durante el viaje, el contingente estuvo imbuido de un espíritu parecido al de los equipos deportivos o de alguna disciplina competitiva que viaja a un certamen. Había mucha camaradería, emociones a flor de piel y también un poco de ansiedad. En el micro, se charlaba de cine, de política y de la vida misma en torno a las rondas de mate. Las más jóvenes, cada tanto, entonaban algún cantito o lanzaban alguna arenga. En las paradas, tanto a la ida como a la vuelta, la comida era compartida en mesas comunes. Así fue que se continuó con el clima de trabajo colectivo del rodaje y se contrarrestó la frialdad individualista de que cada uno hace lo suyo y listo.
La película
El infierno de los vivos cuenta el peregrinar de una adolescente que decide escapar de su casa luego de haber sido abusada sexualmente por su padrastro. En ese devenir, en el que busca un lugar donde refugiarse, no encuentra contención familiar ni institucional. En lucha descarnada contra el desamparo, su carácter y fortaleza interior se van templando bajo el régimen del dolor, aunque también a partir de breves, pero significativos, remansos de ternura y solidaridad.
La película está inspirada libremente en la novela homónima de Alicia Barberis, quien también estuvo presente en la proyección. La obra literaria, a su vez, está basada en un caso real ocurrido en la capital santafecina a mediados de la década del 90.
Uno de los pilares de la película es la actuación de Cielo, quien interpreta a Mariana, la protagonista de la historia. Es notable su capacidad expresiva que basa tanto en dominio milimétrico de su rostro y de su cuerpo como en una dicción naturalista al momento del hablar. Muchos momentos claves de la historia se sostienen a partir de primeros planos en los que la sensibilidad de la actriz potencia la narración y la poética de la obra. Su notable trabajo actoral tuvo el reconocimiento inmediato del público presente que, luego del visionado, la elogió largamente.
Las actuaciones de los demás actores y actrices también fueron muy sólidas y convincentes. Como si esto fuese poco, esta producción contradijo la recomendación de evitar perros e infancias a la hora de contar una historia en lenguaje audiovisual, dadas las complejidades que implican al momento de rodar. Sin embargo, en este caso, los perros y las niñas intervinientes justamente son las que otorgan calidez a un mundo sórdido.
La película no apela a golpes bajos, giros efectistas o subrayados para narrar un hecho terrible. A su vez, los personajes y los vínculos no son unidimensionales, sino que poseen una complejidad que, al tiempo que otorga verosimilitud, representa contradicciones propias de los perfiles humanos. A partir de estas construcciones, el mundo quebrado de los adultos queda expuesto con contundencia.
Si bien el tema ha sido tratado más de una vez y de diversas maneras, esta película lo actualiza en un contexto en que se mantiene el velo del tabú y el problema continúa repitiéndose de manera dramática en el presente.
Elaboración
Desde que Alberto Gieco leyó la novela hasta que pudo terminar el film transcurrieron 11 años. «La trasposición fue compleja. Fueron muchos años de trabajar en el guion. Hice varias clínicas que me orientaron y me hicieron cambiar el punto de vista. Me fui alejando cada vez más de la novela de Alicia, pero mantuve el corazón y el centro de su obra. El personaje de Mariana me fue llevando hacia otro camino», dijo el realizador ante una de las preguntas que le hicieron.
Luego de la proyección, en diálogo exclusivo con 170 Escalones, el director se refirió a los motivos que lo llevaron a filmar la historia. «Con el correr del tiempo me di cuenta de una situación de abuso que viví yo también, cuando era niño. La historia que le cuenta la amiga de Mariana sobre un circo está referida a la historia que yo viví. Si bien no se completa esa narración, traigo una cosa que tenía olvidada totalmente hasta que la recordé trabajando en esto. En cierta manera, creo que yo me liberé a mí mismo», dijo.
Gieco vivió más de cuarenta años fuera de la Argentina, al principio en Brasil y luego en Los Ángeles, y volvió a su ciudad a filmar esta película. La razón de este regreso se debe a que «la historia transcurre en Santa Fe. Nunca pensé en hacerla en otro lugar. Adoro Santa Fe. Ahora estoy viviendo otra vez acá, en un momento difícil pero bueno me gusta porque hay muchas actividades culturales y porque conseguí hacer la película. Además, tengo muchos amigos. Estados Unidos es un lugar que me gusta, y por supuesto que tengo amigos allá también, pero no es como la cordialidad que hay acá».
En otro tramo de la entrevista y consultado sobre el motivo de filmar toda la película con cámara en mano, Alberto contestó: «yo era muy fanático de los hermanos (Jean-Pierre y Luc) Dardenne. Entonces, cuando empecé la propuesta tenía ganas de sentir la respiración del personaje. Quería que la cámara acompañe a Mariana. Esta decisión también nos favoreció mucho en la velocidad de trabajo porque Marcelo (Camorino) se ponía la cámara y salíamos a filmar. Hizo un muy buen trabajo, pero un steadicam tal vez habría sido más apropiado, pero tampoco teníamos el dinero. Yo quería sentir la vivacidad y la vibración del personaje».
Los contextos urbanos y rurales que se muestran en la realización tienen una significación específica en la historia. Así es que se ve el paisaje urbano de la capital santafecina, las localidades de San José del Rincón y de Santa Clara de Buena Vista (pueblo natal del director) y una zona rural como si fuesen también protagonistas de la obra.
Actuación
Cielo Eberhardt fue elija en un casting del que participaron 120 actrices para interpretar el protagónico. El papel de Mariana que ella interpreta es el centro de gravedad de la película. Consultada por este medio sobre la construcción del personaje, la actriz dijo «fue algo hermoso al igual que, si se quiere, doloroso porque yo no puedo conocer el dolor de una persona que pasó por eso, pero en reuniones que tuvimos con Alberto y con otros de los personajes me pude acercar un poco más a la idea de lo que puede ser vivir con ese suceso». Como un ejemplo de la preparación previa, la actriz señaló que «Alberto nos citó a mí y a Ruy (Gatti), que es el actor que interpreta a mi papá, para que busquemos, juguemos y creemos recuerdos que Mariana puede haber tenido de su infancia. Él tocaba la armónica un rato y hacíamos improvisaciones para crear memorias de una Mariana chiquita sobre las cuales yo podía trabajar. Este tipo de cosas fueron parte de la construcción del personaje. Además, pasaba mucho tiempo, antes y durante el rodaje, metiéndome en el personaje, sintiendo el dolor e imaginándome cómo puede haber sido eso».
Alberto dijo sobre el rol de la actriz: «Fue muy importante haber encontrado a Cielo. Es el sueño de todo director tener un personaje principal que sea tan bueno. La cámara está encima de ella todo el tiempo».
La proyección
Antes de que se apaguen las luces y se dé inicio a la película, Alberto dijo ante el público que «es un momento muy difícil porque están atacando al cine y la cultura» y dio pie para que integrantes del equipo lean un documento que decía lo siguiente: «Las y los trabajadores del cine argentino que participamos con obras en esta edición del BAFICI queremos dar a conocer nuestro lamento y repudio a las últimas medidas tomadas por el presidente del INCAA, el economista Carlos Pirovano, que detiene el fomento estatal sobre la producción cinematográfica argentina. De esta manera, intentan causar el más gravísimo daño sobre nuestra cultura, sobre nuestro arte y sobre la industria cinematográfica nacional. Sabemos que no lo lograrán. ¡Viva la cultura, el arte y el cine argentino! ¡Vivan!». La respuesta del público fue un cerrado aplauso.
Una vez finalizada la proyección se vitoreó la película y hubo intercambio de preguntas y respuestas entre el público, el director (quien destacó y agradeció el trabajo colectivo) y la actriz principal. En casi todos los casos en los que se pidió la palabra se hizo referencia al atentando contra el cine argentino que se lleva adelante desde el Estado nacional.
Ante la pregunta de este medio sobre cómo vivió el estreno, Alberto dijo: «Me encantó. Estaba muy tranquilo. Me emocioné. Ya lloré mucho con esta película porque la vi muchas veces y cada vez que la veo lloro porque tiene cosas íntimas que no se ven mucho pero que son cosas muy mías, personales. La platea estaba tan concentrada que me pareció increíble».
Por su parte, Cielo dijo sobre la experiencia de verse por primera vez en un largometraje: «antes del estreno, a diferencia de lo que hubiera pensado, no estaba nerviosa. Estaba muy ansiosa y eufórica. No tuve miedo en ningún momento porque estaba totalmente dispuesta a disfrutarla. Es una película que a mí me gusta mucho, más allá de haber participado en ella. Quería que el público la viera. Entonces, estaba, sobre todo, emocionada y me sentí muy orgullosa por el equipo, por el trabajo en conjunto de haber logrado estar en el BAFICI. Estaba muy contenta porque lo compartí con un montón de gente que fue parte de la película. Es algo hermoso haber podido estar ahí y tener la oportunidad de hablar con el público que tuvo una muy buena recepción y que compartió, incluso, experiencias propias. Creo que eso es algo muy valioso. Además, siempre es impactante verse en grande y escucharse fuerte».
En el marco del BAFICI también se podrá ver la película el próximo sábado 27 de abril a las 17 en el Centro Cultural San Martín.
La vuelta
De regreso, abordo nuevamente del colectivo, parte del grupo de viajeros y viajeras continúo con la conversación iniciada en el cine. En ese intercambio se habló de la película, de los personajes, de la historia real detrás del libro, de los abusos en general, de las instituciones destinadas a la atención de las víctimas, de los tabús que aún persisten y del valor de poder abordar estos delitos que son difíciles de denunciar y de tratar.
En medio de la charla, llegó la noticia de que el gobierno nacional decidió cerrar el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). La gravedad del asunto se evidenció allí mismo. El contraste entre la experiencia movilizadora de hacer y mirar una película para luego seguir reflexionando e incluso comprometiéndose en este (u otro tipo) de problemas ante el afán del gobierno por querer cercenar las producciones audiovisuales fue verdaderamente escandaloso.
Luego de un rato de debate, y ya en lo profundo de la noche, el pasaje fue entrando en el sueño de un día agitado. A pesar de todas las adversidades, el hecho colectivo seguramente revitalizó los ánimos para seguir trabajando y resistiendo ante el avance de la barbarie.
Ficha técnica
Guión y Dirección: Alberto Gieco
Dirección de fotografía: Marcelo Camorino
Montaje: Iván Fund
Dirección de arte: Betania Cappato
Sonido: Mercedes Tennina, Ariel Gaspoz
Música: Ariel Echarren, León Gieco
Intérpretes: Cielo Eberhardt, Esteban Meloni, Iride Mockert
Producción: Fabricio Barale
Producción ejecutiva: Agustín Falco Vázquez, Azul Sioli, Alberto Gieco
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