TEXTO Y FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO
En un principio, hay silencio sobre las cenizas de la Isla Puente. El negro y el blanco que quedó en el paisaje contrasta con el verde de la vecina Curupí. Luego de unos minutos se perciben ruidos más lejanos, de dónde aún subsiste la vida: la zona que quedó sin quemarse e, incluso, desde embarcaciones que surcan el río. Pájaros, reptiles e insectos de todo tipo se refugiaron en otro extremo de ese territorio que comenzó a incendiarse el sábado 15 de enero de 2022. Ardió el 70% de la flora.
En el suelo, entre la tizna, se ven unas bocas de hormiguero cocinadas al calor. La temperatura es alta, hay maderas aún humeantes en la mañana del sábado 22, horas después de que el fuego se reavivara y el humo alertara a quienes miraban hacia enfrente de Paraná desde la costanera y el Parque Urquiza. La temperatura también es elevada porque el río mantiene su bajante histórica y el arenal, que ahora une las dos islas generando un pequeño desierto, enrarece el aire con el calor.
Los Bomberos Zapadores, Bomberos Voluntarios y Prefectura Naval habían trabajado intensamente el domingo 16. La potente lluvia de la semana no alcanzó para extinguir los focos, algunos de los cuales se reavivaron los días siguientes. El sábado 22 por la tarde una caravana convocada por la Multisectorial Humedales Paraná recorrió desde la Municipalidad hasta la costanera. Dese esa organización ambiental señalan causas y consecuencias de lo ocurrido: entre las primeras están la desforestación de las selvas y montes para sembrar transgénicos adictos a venenos; entre las segundas citan la sequía, la bajante extrema del río y la ola de calor.
Tres días antes del incendio frente a Paraná, el Gobierno Nacional había declarado la emergencia ígnea en todo el país, alertando sobre la amenaza para el ambiente de los focos en varias partes del territorio nacional. La medida se oficializó el miércoles 12 de enero mediante el Decreto 6/2022 que tiene como objetivo, durante un año, adoptar las medidas necesarias para enfrentar los incendios, así como la restauración de las zonas afectadas.
En la punta Este de la Puente, los refugios de pescadores quedan intactos. Allí no llegó el fuego, aunque los alrededores están secos y hasta hay algunas hojas chamuscadas. En esa playa emergida en cuya orilla se acumulan algas fosforescentes -cianobacterias- de las que no hay recuerdos en esta zona del Paraná, un grupo de deportistas del río despliegan sus elementos. El sonido de la oferta de un verdulero que recorre las calles de Puerto Sánchez llega viajando a ras del agua. Los oscuros patos mbiguá, que andan por la costa de la isla, observan cual testigos silenciosos el desastre general del ambiente del humedal. Las precipitaciones de la madrugada del domingo 23 aportaron una tregua.