7 de septiembre de 2024

Por los caminos de Vero Kuttel

TEXTO SOFÍA TABORDA

FOTOGRAFÍAS FUNDACIÓN VERÓNICA KUTTEL

 

 

Se abrieron las puertas de un nuevo espacio que lleva el nombre de Fundación Verónica Kuttel. El sitio, que comenzó a funcionar a mediados de marzo, procura mantener vigente el legado de la bailarina, coreógrafa, directora, profesora de danza clásica, tango, composición e improvisación en el movimiento, que se transformó en referente de Paraná y que falleció en 2014.

El lugar está ubicado en calle La Paz 619, entre Santa Cruz y Misiones, y tiene dos ejes principales, qu son la danza y el yoga. A partir de ellos se dictan distintos talleres destinados para personas de todas las edades y, en un futuro, planean incorporar el teatro. «Está abierto a todo», aseguró a 170 Escalones Sandra Anzola, amiga de la familia que se sumó a esta iniciativa junto a Gloria Osman, madre de Verónica.

 

 

«La idea de la Fundación empezó desde que ella falleció. Convoqué a sus amigos y a sus discípulos. Por suerte, la gente que me acompañó en esta gesta la querían mucho y en el 2018 nos reunimos y dijimos que sí, que lo íbamos a hacer», contó Osman. «Yo ya tenía el lugar, era un espacio de mi marido y mío, y se lo habíamos prometido. Ella siempre le pedía al padre y, en el último tiempo cuando estaba enferma, él le dijo: “Lo vamos a hacer, lo vamos a hacer”. Siempre deseando que ella se recuperara, pero no fue así. Entonces fue como un compromiso con su idea, con su propia hija», continuó. Primeramente, encararon el proceso legal y, cuando salió la resolución que le daba identidad a la Fundación, empezaron con la edificación en 2020. Debido a la pandemia que se desató ese año, debieron posponer no sólo la construcción, sino también la apertura al público.

Con una fachada moderna que resalta por su color naranja, la Fundación se destaca entre los otros condominios de la cuadra. Para acceder al interior cuenta con escaleras y una rampa porque el lema de Verónica Kuttel era: «Todos pueden bailar». Adentro hay un recibidor que da acceso a las otras habitaciones y en él se destaca una pizarra con el calendario de las clases y sus horarios. A la derecha tienen un vestuario y planean conseguir un zapatero para quienes bailan tango y folclore. Al lado hay dos baños adaptados para personas con discapacidad y una pequeña cocina. Luego, se encuentra el protagonista de este lugar, que es el salón principal que tiene un piso adecuado para bailarines y su techo está adaptado acústicamente. Tanto dentro de éste como en el recibidor hay un texto que funciona como acuerdo de convivencia en el que se destaca el compromiso colectivo.

En cuanto a la gestión, Osman aclaró que los fundadores son muchos más de los que actualmente se encuentran a cargo. También mencionó que se organizan y distribuyen tareas por medio de grupos en WhatsApp. «Hay un grupo, que es el consejo de administración, en donde está ella y estoy yo», dijo en referencia a Anzola, y agregó: «Cada tanto nos reunimos. Nosotros, el grupo directivo con los profesores, todavía no pautamos cada cuánto va a ser, sino que cuando aparece la necesidad decimos: “¿Quién puede? ¿Qué día?”». En tal sentido, quien solía ser amiga cercana de Verónica advierte que recién empiezan y que se enfrentan con algunas dificultades debido a que muchos de los profesores que dictan clases y forman parte de la organización cuentan con otras obligaciones. «Organizar un grupo que funcione aceitadamente lleva un poquito de tiempo, por más que tengamos todos buena disposición, por ahí nos descoordinamos sin querer», confesó. De todas formas se mostró optimista y asegura que siempre hay alguien dispuesto a acudir si se necesita ayuda. Osman, que comparte una complicidad evidente con ella, la secundó: «Alguna de las que arma la grilla me dijo: “Vos quedate tranquila que cuando empieza a andar el carro, los melones se acomodan”».

 

 

En el barrio hay curiosidad por saber qué ocurre puertas para adentro y a Anzola, que vive a pocas cuadras, ya le han preguntado al respecto. Estas son las actividades con las que cuentan hasta el momento: Danzas folclóricas, a cargo de Gustavo Rocha; Entrenar con Danza (Movimiento Acro Contemporáneo), con Juan Capurro; Exploración en Danza Teatro, con Celeste Sánchez; Danza lúdica y Yoga dinámico, ambas con Malena Salzman; Prácticas de danza e investigación del movimiento, con Consuelo Badaracco; Taller de experiencia sonora corporal (destinada a adolescentes con discapacidad desde los 14 años), con Constanza Sieburger; Tango, con Pablo Medici; Laboratorio creativo, con Sara Van Dembroucke; Hatha yoga terapéutico, con Paola Roth; Yoga en acción, con Mariel Visconti; Iniciación en danza contemporánea (12 a 15 años) y Gimnasia: Flexibilidad, coordinación y fuerza (adultos sin experiencia), ambas con Raquel Behar; Esferodinamia-Reorganización postural, con María Belén Ortiz; Danza urbana fusión, con María Valeria Gadea; y Tangorítmica, con Marisa Grassi y Julián Marea.

«Ella quería que toda la gente bailara porque la gente que baila es feliz. Ella era feliz bailando», afirmó Osman, que no puede evitar emocionarse cuando recuerda a su hija. Anzola la acompaña en ese sentimiento y subrayó orgullosa: «Ella pensaba, decía y actuaba de la misma manera. Era muy emprendedora, se ponía una idea en la cabeza y lo hacía contra viento y marea. Cuando uno tiene una pasión por algo, no hay nada que te detenga. Tampoco es muy común que la gente tenga una vocación tan determinada. Por eso estamos acá, para tratar de que esto siga y la gente se enganchó enseguida». Ambas mujeres sostuvieron la importancia de mantener activo este espacio y darlo a conocer para que la comunidad pueda asistir a los talleres, dar clases o participar tanto en las actividades que se encuentran disponibles ahora y en las que se piensan a futuro, tales como espectáculos, seminarios y congresos. «La idea es que la gente tenga un lugar donde poder desarrollar sus saberes», indicó Anzola.

Este pensar es fiel a Verónica Nadime Kuttel Osman, que no sólo se dedicó a la danza, sino que desde su lugar y sus conocimientos fue una promotora de la democratización de esta disciplina. En el libro Pinina del Litoral. La danza de Verónica Kuttel, escrito por Gloria Siria Osman y Gretel Schroeder, se destaca, además, que fue gestora artística y cultural; profesora en la Escuela de Música, Danza y Teatro Profesor Constancio Carminio de la UADER; dictó seminarios e integró obras de tango dentro de la Seresta Dance Company de Atenas; representó a Argentina en Paraguay y México en la modalidad Tango; fue participe –junto a Pablo Médici– en Si escucharas mi corazón, obra de tango teatro dirigida por Gerardo Dayub; impulsó el Encuentro de Teatro de Movimiento de Paraná, que se inició en 2006 y continúa vigente; entre muchas cosas más. La sala de la Vieja Usina y la Sala de Ensayo del Teatro 3 de Febrero, dos espacios dedicados a las artes escénicas, llevan su nombre.

«A partir de ella quedaron infinitos espacios habilitados. Siempre buscó caminos, aunque fueran intrincados, para poder hacer. E hizo que muchas personas pudieran», destaca uno de los pasajes del libro. Este empeño en impulsar a que cualquiera que lo deseara pudiera bailar, tuvo un impacto en quienes la conocieron y se ve reflejado nueve años después de su partida. «Es maravillosa la disposición de la gente que estuvo alrededor de ella. Me acompañaron todo el tiempo porque estas cosas no se pueden hacer sola. Ella dejó un camino, no sé si por su forma de ser, pero todos estuvieron dispuestos a trabajar para hacer la Fundación. Y esa es una cosa que a mí me emociona mucho, que la gente la haya querido tanto. Quiero que el espacio se llene porque pusimos mucho amor en esto y porque sé que ella sería feliz, en algún lugar en donde esté, de que la gente baile.Porque su vida fue eso, lograr que la gente sea feliz y baile», concluyó su madre, invitando a sumarse a las propuestas de la Fundación en su novedoso espacio.

 

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