4 de octubre de 2024

Poesía y teatro en las colonias judías

TEXTO PABLO RUSSO

FOTOGRAFÍAS COLUMNA VILARROYA, ESTEBAN PÉREZ ESQUIVEL Y GISEL SÁNCHEZ

 

 

Desde las orillas hacia el centro de la provincia. Así fue el ciclo «Remembranzas de Berta y Baruch. Pasado y presente, poesía y teatro en las colonias judías», que reunió a los espectáculos Audición poética de Berta Singerman , de la Compañía El Silbo Vulnerado,  y Los cuentos del Baruch, de Compañía Le Feu. Ambas propuestas recorrieron las localidades de San Salvador, Villa Clara, Villa Domínguez, Villaguay y Concepción del Uruguay, el último fin de semana de noviembre.

El actor y dramaturgo Gustavo Bendersky repasa, en diálogo con 170 Escalones, los motivos y resultados de esta gira que entrelaza cultura e identidad en el territorio entrerriano.

 

 

¿Cómo surge el proyecto?

El proyecto surge a partir del reconocimiento de una intersección en la cual confluyen los intereses, esfuerzos y búsquedas poéticas de dos grupalidades que, desde las dos costas que bordean la provincia, vienen trabajando a partir de la memoria colectiva en general, y más específicamente los rastros de la colonización judía en nuestra región. La inquietud por desarrollar una teatralidad íntimamente vinculada al campo de la memoria migratoria y familiar nos ha permitido reconocernos y alumbrar potencialidades y dificultades compartidas, fortaleciendo la certeza de que hay en nuestra provincia un sustrato cultural latente del que nos sentimos orgullosamente parte.  Definir ese eje temático que nos reúne, además de enriquecer la idea de cada espectáculo en particular, señala un horizonte teatral en el cual colaborar activamente en el ejercicio de las memorias colectivas.

 

¿Cuál es el contexto de esta gira?

Entre Ríos fue escenario del arribo de muchísimas familias judías que migraron por la persecución zarista a fines del sidlo XIX y se asentaron en diferentes zonas de la provincia, haciendo enormes esfuerzos por adaptarse a su nueva tierra y simultáneamente conservando rasgos significativos de su cultura.

Lo que volvió única y singular la vida cultural en las colonias entrerrianas no es solamente su fuerte vínculo con la historia cultural europea, sino – simultáneamente – su asombrosamente rápida asimilación a la incipiente cultura nacional. La expresión «gaucho judío» es muy sugestiva en este sentido, y da cuenta de ese sincretismo cultural tan característico de nuestra provincia.

La actividad social, cultural y específicamente artística de estos inmigrantes judíos no se detuvo más que un breve período, debido a las dificultades propias de un viaje oceánico. Ya una vez establecidos en las colonias, las artes en general y el teatro representado por artistas judíos se arraigó, prosperó y adquirió características propias. Sociedades de fomento, cooperativas, publicaciones, salones culturales, conciertos, proyecciones cinematográficas, círculos de lectura… todo da cuenta de una enorme vida social signada por intensas inquietudes culturales. En ese contexto de florecimiento cultural desarrollaron sus actividades tanto Berta Singerman como Baruch Bendersky, protagonistas de nuestra iniciativa. Sin embargo, múltiples factores colaboraron para el acentuado despoblamiento de estas colonias; y la matriz productiva, económica y social de la provincia fue cambiando de modos muy notorios. Aún sabiendo perfectamente que es contrafáctico e hipotético, resulta interesante imaginar en qué se hubiese transformado nuestra provincia si aquella impronta cooperativista, cosmopolita y a la vez campesina hubiese persistido y se hubiese desarrollado, llegando hasta nuestros días.

El ciclo tiene su germen en ese recuerdo activo, vívido y que pasa a través de la experiencia (en este caso la experiencia teatral). No nos interesa una mirada costumbrista, folclórica y nostálgica que postule un pasado perfecto al que es imposible regresar. Tanto los dos espectáculos como el ciclo en sí accionan sobre la idea de que ese sustrato cultural y social pervive, y que en todo caso se trata de fomentarlo, acompañarlo y darle lugar, volverlo visible… reconocerlo entre nosotrxs. Por estos motivos es que las  propuestas escénicas  están destinadas a público en general  no solamente a la colectividad a la que alude, difundir esta temática es reconstruir la identidad de un pueblo, como el objetivo de los judíos en aquel momento, la intención era integrarse a la comunidad.

              

¿De qué trataron las presentaciones?

Ambos espectáculos abordan la producción artística de dos personalidades que recorrieron las colonias judías entrerrianas y que trabajaron con el yiddish como lengua viva. Audición poética de Berta Singerman rescata el trabajo de la actriz que nació en el Imperio Ruso, emigró siendo muy pequeña y durante su infancia recorrió cada una de las localidades judías de Entre Ríos, formando parte de la compañía teatral de su padre. Por su estilo único de declamación y ferviente difusión literaria, fue reconocida como una de las intérpretes de poesía más destacadas del siglo XX. Los cuentos del Baruch versiona escénicamente cuentos de Baruch Bendersky, que nació en Besarabia pero llegó a tierras entrerrianas a los catorce años. Baruch tuvo que ganarse la vida trabajando la tierra, pero nunca abandonó su pasión por la escritura, convirtiéndose en un referente cultural de la literatura yiddish en Argentina.

Algo en común de las dos propuestas es que orbitan en torno al curioso y cautivante fenómeno a través del cual, durante un corto pero muy intenso período de tiempo, las colonias judías, no obstante ser poblaciones constituidas por apenas un puñado de familias, se constituyeron en importantísimas plazas por donde giraban compañías teatrales, conferencistas, literatos, estrenos cinematográficos. Así como también tenían su propia producción artística, fundamentalmente con la literatura y el teatro. Toda esta intensa actividad resultó fundamental para desarrollar el sentido de pertenencia a estas tierras.

Tanto en la instancia en la que aún fantaseábamos con la idea, como en las tareas de preproducción, como finalmente en la concreción del ciclo, trabajamos siguiendo la intuición de que ese intenso epicentro cultural y social que significaron estas colonias de principios del siglo XX subsiste y aviva su llama en nuestro propio trabajo como teatristas.

     

 

¿En qué espacios trabajaron en las localidades?

A partir de estas ideas fuimos articulando con diversos organismos: bibliotecas populares, asociaciones israelitas, comunas y municipios, museos y la Secretaría de Cultura de la Provincia. Las menciono biblioteca popular Domingo Faustino Sarmiento de Villa Domínguez, sala San Martín, Dirección de Cultura de San Salvador, Asociación Israelita y Grupo Ser de Villaguay, Casa Social Baron Hirsch, Dirección de Cultura de Villa Clara, Biblioteca Popular El Porvenir y Museo Casa Delio Panizza de Concepción del Uruguay. Para esto, recibimos el apoyo del Instituto Nacional del Teatro, además el proyecto fue seleccionado en los Fondos Concursables de la Secretaría de Cultura de Entre Ríos.

 

¿Qué ocurrió con el público?

El público que asistió a las seis funciones fue muy diverso entre sí. Variadas procedencias, diferentes expectativas frente al hecho teatral, diferentes edades. También los lugares en los cuales se desarrollaron las funciones son muy diferentes entre sí. Contamos con la asistencia de estudiantes de escuelas de nivel medio, artistas, vecinos y vecinas con curiosidad, pero algo destacable con respecto a los espectadores es que en ambos espectáculos hubo público muy relacionado con las tradiciones culturales de la colonización judía; en lugares como Villa Domínguez, Villaguay y Villa Clara, sobre todo, nos encontramos con un pulso muy vívido de lo que fueron las épocas de esplendor en las colonias. Tanto por la comunicación entre las personas de estos lugares como por el deseo que tuvieron de compartirnos sus historias de infancia y su relación con el momento histórico que rescatan los espectáculos. Por ejemplo, algunos espectadores recordaban haber visto, siendo niños o adolescentes acompañados de sus padres, a la misma Berta Singerman actuando en los mismos escenarios a los que ahora llegaba la compañía El Silbo Vulnerado. Para otros espectadores, la realidad campestre sobre la que pone el foco los relatos de Baruch sigue siendo parte de su realidad cotidiana.

Uno de los objetivos principales fue generar nuevos públicos en articulación con cada espacio, un ejemplo de esto fue en Villa Domínguez donde se invitó especialmente al cuerpo de bomberos voluntarios quienes asistieron a la función y manifestaron su disfrute y gratitud hacia la propuesta. En todos los casos nos encontramos con un público ávido de actividades culturales que nos recibió muy entusiastamente.

 

¿Alguna reflexión respecto a lo que fue la gira?

Me resulta sumamente interesante el contraste que se generó entre la apuesta que hicimos como organizadores para girar y circular simultáneamente por diferentes localidades (hacíamos funciones de los espectáculos en forma simultánea en dos localidades diferentes) y el asombro de muchos habitantes de la zona, que no entendían por qué razón estábamos superponiendo las actividades, quitándoles así la posibilidad de trasladarse de una localidad a otra para poder disfrutar del otro espectáculo.                Interesante porque, por un lado, pone en tensión la relación entre la idea y la práctica, entre el escritorio y el territorio. Quiero decir, lo que desde Concepción del Uruguay y Paraná parecía sin lugar a dudas una muy buena estrategia para darle visibilidad al evento y generar público, desde las localidades destinatarias de la iniciativa no necesariamente fue percibido de esta manera. E interesante también porque significó otra manera de evidenciar que el sentido de pertenencia a ese ecosistema, a esa atmósfera tan particular que generó la colonización judía sigue activo y funcionando generación tras generación. Esa costumbre de trasladarse de una localidad a otra para acompañar, para compartir, para apoyar las diferentes propuestas forma parte de una lógica asociativa y comunitaria propia de la zona, de la cual no tenemos más que aprender.

 

¿Cuál es el balance que hacen de esta experiencia en relación al rescate de memorias a través de un lenguaje escénico?

El balance nos ha resultado sumamente positivo, hemos concluido la tarea más que satisfechxs y con muchas ganas de proyectarlo hacia el futuro, ampliando el número de espectáculos, de localidades y de actividades.  El teatro particularmente es la actividad artística del «aquí y ahora», de la presencia. Es un arte asambleario que requiere particularmente de la congregación y el encontrarse. Es por eso que entraña en su misma idiosincrasia la preservación de la memoria viva y dinámica de las comunidades, resignificándolas permanentemente, catalizando las experiencias a través de los cuerpos.

A nosotrxs como artistas y organizadores de este evento en particular, nos moviliza enormemente redescubrir, a través de la experiencia, que los ciclos históricos no finalizan de un día para el otro. Muy por el contrario, se ramifican, prolongan y extienden su influjo mudando de piel, repensándose con su época. Es en ese sentido que nos sentimos deudores de aquello que fue la colonización judía en nuestra provincia, herederos y, ¿por qué no decirlo? modestamente continuadores. La intuición con la que avanzamos en la organización del evento fue ampliamente corroborada en la práctica: aquella asombrosa simbiosis de la cultura judía con el paisaje social y cultural entrerriano sigue vivo y latente. Tan imbricado con nuestra realidad que pensar en uno nos lleva indefectiblemente a pensar en el otro. Cada espacio brindado para las funciones y sus entornos tiene una historia o un vínculo especial con el material abordado, entonces la preparación para los espectáculos también implicó el desdoblamiento de la atención hacia otros aspectos, desde documentación hasta factores edilicios o cuestiones sociales que tenían que ver con nuestro material escénico, nos generó el interés de regresar y visitar con mayor permanencia y detenimiento esas localidades.

También hemos quedado asombrados y agradecidos de la repercusión que ha tenido la iniciativa en las diferentes organizaciones sociales, que muchas veces son las que en definitiva brindan el sustento que garantiza el acceso a la cultura: museos, bibliotecas populares y grupos de teatro independientes de la zona fueron imprescindibles como aliados locales para llevar adelante la actividad.

 

 

Sobre las obras

Los cuentos del Baruch, de compañía Le Feu, está basado en los relatos que publicó Baruch Bendersky, bisabuelo de Gustavo Bendersky. El espectáculo se gestó, en parte, en la casa donde Baruch vivió sus últimos años, donde desarrolló su producción literaria y donde la familia conserva su biblioteca personal. Por lo que la posibilidad de presentar los espectáculos en estas localidades se fue gestando a lo largo del mismo proceso de trabajo con la obra. Así fue que a principios de este año se realizaron funciones en algunas localidades abriendo lo que sería el circuito que se completa con este ciclo de noviembre. La idea y actuación es de Melina Forte y Gustavo Bendersky; realización de máscaras de Alfredo Iriarte; realización escenográfica de Neri Rodríguez; y asesoramiento musical de Agustina Schreider. 

 

Audición poética de Berta Singerman, de la compañía El Silbo Vulnerado, rescata y pone en valor la producción artística de Berta, su abordaje único y singular del arte declamatorio a partir de la reconstrucción de su estilo interpretativo, así como también la enorme popularidad que ella como artista logró en diversas partes del mundo hispano. Las colonias judías de Entre Ríos la vieron crecer artísticamente, cuando de niña formaba parte de la compañía de su padre recitando en idisch, a lo largo de su trayectoria artística tanto en pantalla cinematográfica como en discos de vinilo, y en su regreso como artista consagrada de visita por las colonias. Este itinerario que el Ciclo pautó rememora y al mismo tiempo homenajea esas andanzas, esa atmósfera particular que Berta generaba. Cuenta con la actuación de Carina Resnisky; dirección de Luis Felipe Alegre y Carina Resnisky; escenotécnia de Esteban Pérez Esquivel; vestuario de Reina Máxima; y fotografía de Columna Villarroya.

 

 

 

 

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Comentarios (1)
  1. Patricia Villamonte dice:

    Gustavo , me parece excelente la iniciativa. Tengo muchas ganas que la traigas a Paraná, a ver si se concreta pronto

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