TEXTO Y FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO
«Viva Laurencena Gobernador». A mano alzada y en cursiva, sobre uno de los vidrios de la puerta de la segunda bandeja de la Honorable Cámara de Diputados de Entre Ríos, alguien dejó escrita la frase de apoyo a uno de los gobernadores radicales que tuvo la provincia con ese apellido: Miguel, entre 1914 y 1918; o Eduardo, entre 1926 y 1930. Ambos radicales antipersonalistas, es decir, opositores a Hipólito Yrigoyen.
El grafiti -que al momento de su producción no tenía esa denominación- fue realizado con algún material punzante que rayó el vidrio y, tal vez involuntariamente, logró su perduración. El acto comunicacional de aquel militante anónimo (presuntamente varón, por el contexto político de participación de la época) lleva como firma unas iniciales por encima de la proclama: J.M.G. (o quizás J.M.C.).
Esta antigua intervención de más de noventa años fue descubierta por los trabajadores de la cámara durante el proceso de puesta en valor y restauración de la misma, hace aproximadamente un año y medio, cuando comenzaron a rescatar una puerta de madera pinotea que daba a un balcón en la segunda bandeja. Esta abertura, al igual que una en el piso superior que es contigua al pasillo que lleva a las oficinas del gobernador (las que originalmente eran la residencia del mandatario), se encontraba tapiada desde la última dictadura militar.
La ventana dañada por pasiones de antaño fue meticulosamente retirada, encuadrada y expuesta en el pasillo curvo, en un espacio cercano a su lugar de origen.
Presunción
«No tenemos un dato fidedigno ni indicio certero para enmarcar ese grafiti en alguno de los Laurencena», expresó Carlos Saboldelli, secretario de la cámara. «Mi presunción es que corresponde a la gobernación de Eduardo, porque fue la más tensa y complicada. Él era antipersonalista y gobernaba Yrigoyen (a nivel nacional). Había un conflicto político severo y aquí en la provincia era muy intenso el debate en ese sentido. Hubo crisis productiva y económica durante su gobierno, y fue atacado políticamente muchas veces», agregó.
Eduardo Laurencena nació en Paraná en 1885 y falleció en la misma ciudad en 1959. Fue abogado, luego de gobernador ofició de senador nacional (1932 – 1943) y presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical. Apoyó el golpe de José Félix Uriburu en 1930, y en la dictadura militar que derrocó a Juan Domingo Perón en 1955 fue designado presidente del Banco Central de la República Argentina por el dictador Pedro Eugenio Aramburu. En 1943, había sido nuevamente electo gobernador entrerriano pero el golpe de ese año le impidió asumir el cargo. Su padre, Miguel María Laurencena, había nacido en Buenos Aires en 1851 y murió en Gualeguay en 1928. También abogado, además de primer gobernador radical con la fórmula que compartió con Luis Etchevehere, fue ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Fueron los empleados de la cámara quienes trabajaban en la revisión de paredes y se dieron cuenta que había una diferencia de densidad, lo que llevó a detectar el balcón tapiado detrás de un muro absolutamente sellado. Se documentó la situación, se pidió autorización para romper, la cual fue concedida porque no se trataba de las paredes originales de 45 centímetros, y se concretó un trabajo fino (no se pueden usar máquinas en el recinto) que dio lugar a la puerta, la marmolería y el balcón de hierro original. Allí estaba la ventana con su vidrio anulado por pintura, en el que se descubrió la consigna histórica. «Ese balcón tenía como objetivo la ventilación de las gradas»; le contó Saboldelli a 170 Escalones. Algo similar ocurrió en la tercera bandeja, no habilitada al público, que también tenía su abertura tapiada. Por fotos de época, el secretario cuenta que se pudo determinar que habían sido bloqueadas durante la última dictadura.
Por eso, en el marco del 24 de marzo, día Nacional por la Memoria, la Verdad y la Justicia, se dio a conocer esta restauración y apertura, como un acto simbólico de reafirmación democrática. Con su recuperación, «diputadas y diputados ponemos en ejercicio la memoria y recuperamos el uso pleno de los espacios históricos del y para el pueblo entrerriano», dijo entonces el presidente de la Cámara de Diputados, Angel Giano.
Puesta en valor
La puesta en valor de la Cámara que encara la presente gestión tiene varias aristas, explicó Carlos Saboldelli. Una de ellas es que se va restaurando todo lo posible con mano de obra de la casa, intentando regresar a la arquitectura original y, en lo posible, a los materiales con los que fue construida. Esto, a su vez, se hace respetando los requerimientos técnicos y de seguridad contemporáneos, que son ineludibles. «Nos encontramos con algunas carencias históricas, no había planos del espacio ni algunos registros o documentos. Muchas cosas las fuimos conociendo por el aporte de los empleados y el trabajo del día a día, detectando situaciones, como fue el tema de esas puertas», señaló el secretario.
El recinto de Diputados se construyó con la Casa de Gobierno y funciona allí desde fines del siglo XIX (antes, sesionaban en Concepción del Uruguay). Entre las dificultades del proceso está la posibilidad de conseguir, por ejemplo, maderas o manijas de bronces originales, pero también la mano de obra especializada en realizar ciertas labores. «Algunas cosas se consiguen, pero no a la venta en el mercado común: se trata de recursos naturales que ya no se explotan y hay que buscar por ferias», indicó Saboldelli.
Las puertas del recinto que dan a la calle Santa Fe también fueron rescatadas y al desmontarlas encontraron en sus perfiles las etiquetas de importación de principios de siglo XX: la mayoría provenía de madera canadiense. Todo esto se va documentando, además de sus respectivos trámites administrativos y burocráticos. A la broncería para las puertas las tuvieron que buscar como reliquia o antigüedad, porque ya no se fabrican con el gramaje necesario.
A todo esto, el espacio del recinto presenta una postal de mobiliario y espacialidad añeja, con una integración tecnológica absolutamente actual: pantallas táctiles en cada banca, con un cableado subterráneo y al mismo tiempo tecnología inalámbrica. «Nos atravesó la pandemia y, en ese punto, tuvimos que agudizar el equipamiento y el tema reglamentario del trabajo remoto, la asistencia, el quorum, la votación. Ahí tuvimos la oportunidad de adecuar un poco más las bancas, con un buen trabajo del área de modernización», reconoció Carlos.
El público ha vuelto a las gradas en forma progresiva, aseguran en la Cámara. Obviamente, siempre hay temas que atraen más que otros en las sesiones, pero también ocurren actividades culturales como presentaciones de libros, obras de teatro o conciertos, además de las habituales visitas de las escuelas. «El acceso es libre, la limitación es espacial. La bandeja de arriba está inhabilitada por seguridad, pero entre la primera y la segunda entran 100 personas», detalló Saboldelli, quien destacó que son varios los empleados enamorados del recinto.
Uno de los pasillos que era simplemente de paso y acceso, se está transformando en una especie de museo del sitio en el que se resguardan datos históricos y mobiliario de época fuera de uso. Allí se compilan todos los presidentes de la Cámara desde 1821, con sus nombres y un código QR para conocerlos mejor. «Acá sucedió todo: la reforma de la Constitución del 33, la presencia de (Juan Domingo) Perón, las primeras legisladoras mujeres… todo en estas bancas», señaló el secretario.
Laurencena o la cabeza de los usurpadores
La frase grabada en el vidrio, ahora enmarcado y expuesto, vivando al gobernador Laurencena es, posiblemente, la expresión política no convencional más antigua de la que se tenga referencia, al menos en Paraná.
Existen, en el espacio público, rastros de distintos debates del siglo XX, aunque no tan lejanos en el tiempo. Uno de ellos parece ser el perfil de la cabeza de Perón, trazado en una ochava de la intersección de Paraguay y Courreges, acompañado de «Lealtad a». Vecinos del lugar aseguraron que está ahí «desde siempre». Otra pintada que todavía se puede ver en una vieja casa de Puerto Viejo, sobre Avenida José Manuel Estrada en la esquina con Asturias, propone el voto para el radicalismo: Alfonsín, Montiel, Varisco, Coronado. Este último apellido acompañado por el cargo «consejal» (sic).
Pocos años después de la gobernación de Eduardo Laurencena, Roberto Arlt visitó la ciudad durante su recorrido a bordo del carguero Rodolfo Aebi. Era mediados de 1933 y de su breve paso por la capital entrerriana quedó el registro de tres aguafuertes publicadas en el diario El Mundo y reproducidas por El Diario. En su deambular, narra Arlt que en la confitería La Perla entró al baño y se encuentró con una inscripción. «Las paredes de estos lugares sanitarios siempre han sido elegidas para estampar en ellas insolencias y abominables dibujos. Pues esta vez me asombro. Por donde miro veo escrito a lápiz este enigmático letrero, que reproduzco textual: Las cabezas de los usurpadores serán exhibidas próximamente en la plaza». Quizás exista algún tipo de relación o diálogo entre las dos consignas que convivieron en la capital entrerriana en esos años de agitados enfrentamientos políticos.
Para cuando Arlt ocupó el excusado de La Perla, Eduardo Laurencena oficiaba de senador nacional. «Salgo y tomo un café para sobreponerme a la emoción. Nuevamente me digo: ¿Quiénes diablo serán esos usurpadores?», se interrogó el escritor y periodista. Probablemente, trazar consignas en diversas superficies urbanas hace casi un siglo haya sido una práctica más habitual de lo que se pueda presuponer desde el presente.