TEXTO PABLO RUSSO
El Área de Comunicación Comunitaria de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER presentó el libro Hacer comunicación comunitaria desde la universidad. Redefiniciones a partir de la experiencia (EDUNER, 2023). Fue el miércoles 22 de mayo en el auditorio Rodolfo Walsh de la Facultad de Ciencias de la Educación, con la presencia de la decana, Aixa Boeykens, y el director de la editorial, Gustavo Martínez.
La obra, que representa una valiosa contribución al campo en el que se inserta, compendia las experiencias de trabajo del ACC durante trece años de sus dos décadas de existencia. La coordinación del trabajo estuvo a cargo de Patricia Fasano, Lucrecia Pérez Campos, Gretel Schneider y Pilar Espósito. En el desarrollo de los distintos capítulos también colaboraron Irene Roquel, Marianela Morzán, Patricia Fontelles, Mara Muscia y Gretel Ramírez. Además de la calidad del contenido es destacable su edición, como acostumbra la editorial perteneciente a la misma universidad pública que las autoras.
En sus páginas se recorren los trayectos enmarcados en proyectos del ACC entre 2004 y 2017, indagando en conceptualizaciones y tensiones producidas desde el espacio de enunciación: la institucionalidad universitaria. La pregunta central refiere a las características que asumen los procesos de intervención en comunicación comunitaria desde la universidad.
El título no defrauda respecto al desarrollo: en él están comprendidos los conceptos principales, vinculados a la comunicación comunitaria -términos que juntos generan sentidos distintos a sus posibilidades por separado-, la acción y reflexión respecto a las prácticas (o la praxis gramsciana, que implica una experiencia reflexiva), así como también el modo en que estas van modificando las teorías previas en relación al poder emancipatorio que estas pueden tener. Es decir, de transformación. La perspectiva central es la etnográfica, basada en el trabajo de campo y el registro del mismo, de modo personal y polifónico a la vez (que llaman «etnografía en colaboración» a partir de los diarios de campo personales), que observa el mundo del que también son parte, que está en continuo movimiento y que, a la vez, modifican con su presencia institucional.
El trabajo en terreno del ACC implica la presencia de la institución universitarias conformando comunidades o nuevas comunidades que sin esa institución no serían las mismas. En la teorización se piensa el problema de la extensión y su dimensión colonialista respecto a los sabres del campo popular, así como también los posibles abordajes desde una perspectiva freiriana de educación popular, incluso frente a ciertas «demandas» sociales hacia la participación del ACC (pedidos de «educación bancaria», en términos de Paulo Freire). Otra variable que resulta sustancial al libro es la cuestión del tiempo: el que necesita la burocracia de los proyectos y aquel que es preciso -y precioso- para el desarrollo de los procesos. Tironeadas entre ambos tiempos, con mayor o menor dificultad y adecuación, las integrantes del área actúan como equilibristas entre pro-yectos y tra-yectos.
Tal como es descripta por ellas mismas, el ACC se conforma como un espacio de trabajo dedicado a la producción de saberes y prácticas de comunicación comunitaria, tanto en relación a las actividades en terreno enmarcadas en la extensión universitaria, como a la formación académica de comunicadores y comunicadoras organizadas en líneas de trabajo, como son: Medios Comunitarios, Memoria Barrial, Género, Organizaciones Sociales, Soberanía Alimentaria y Cárcel. Los otros con quienes generan sentidos pueden ser integrantes de organizaciones sociales, personas privadas de su libertad, vecinos de comunidades barriales, productores rurales, y también estudiantes de escuelas secundarias e, inclusive, universitarios. Una de las tareas que destacan es la de visibilizar el punto de vista de estos otros, transformándolos en protagonistas de los procesos de producción discursiva.
En cada capítulo se van agrupando experiencias y teorías transformadoras de distintas duraciones, intensidades, localizaciones y participaciones. La cuestión comienza con el «bautismo de fuego» en el proceso reorganizativo de la radio comunitaria Doña Munda -para quien le interese, detalladamente desarrollada en Cambio de estilo. Comunicación, cultura popular y catolicismo en una radio comunitaria (Patricia Fasano, Editorial Antropofagia, 2022)- como parte de una línea central de trabajo institucional denominada Comunicación comunitaria y medios. Cierra el recorrido, casi al final del libro, el temporalmente transversal proyecto de extensión universitaria en las cárceles de Paraná (que lleva 19 años), con sus rasgos específicos. En el medio de estos extremos se agrupan los talleres en el Club de Madres y Abuelas del Barrio Belgrano con trazas a la creación de una radio comunitaria en el barrio; el surgimiento de Tramando Medios; el diálogo de saberes y la reconstrucción de historias de mujeres del barrio Belgrano -plasmado en el libro Había un entonces… Memoria(s) del barrio Belgrano (FCEDU, 2009)-; proyectos con organizaciones sociales de Paraná y Viale; experiencias en comunicación comunitaria con perspectiva de género; y el trabajo con organizaciones e instituciones inscriptas en la búsqueda de soberanía alimentaria.
A modo de cierre, proponen «Algunas conclusiones sobre qué hacemos cuando hacemos comunicación comunitaria». Allí recapitulan el desarrollo de los distintos escenarios y debates y afirman estar convencidas «de la potencia emancipadora que conlleva pensar y expresar de manera compartida; encontrar lo común que tenemos entre todos/as para hacerlo visible. Para hacernos visibles». Repasan también como se fue transformando en ellas la mirada que tenían sobre la comunicación comunitaria y rescatan los procesos comunicacionales a través de los cuales las personas participantes logran audibilidad. «Lograr audibilidad implicaría, pues, que la propia voz sea oída (…) como unidad de significación o signo posible de ser interpretado por otro/a», definen. En ese sentido, la tarea de los comunicadores sería acompañar y animar a que otros fortalezcan su audibilidad. Por esto mismo es que las integrantes del Área sienten que ofician de parteras cuando esas voces salen a la luz.
La edición de Hacer comunicación comunitaria desde la universidad estuvo a cargo de Martín Maldonado, con corrección de María Candela Suárez, diseño gráfico de Gabriela Resett. La fotografía de tapa es de Lucrecia Pérez Campos. El libro, de 336 páginas, se consigue en la Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos o contactándose con el ACC de la FCEDU.
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