El sitio exacto en el que el arroyo se une con el gran cauce del Paraná en Paraje La Virgen, 30 kilómetros al sur de la captial entrerriana, sirve de refugio a las embarcaciones de pesca de quienes suelen buscar un reparo natural en esa barranca con generosa vegetación. El arroyo, que cuenta con una galería de árboles que le dan sombra casi permanente, tiene este verano poco caudal y se ha ido taponando de camalotes. Con los años, las construcciones particulares se fueron multiplicando entre las calles ondulantes y en desnivel que bajan desde el desierto de sembrados de los campos vecinos hasta la orilla, a la que también llegan pescadores aficionados que despliegan reposeras alrededor de las parrillas de fuegos agrestes.